La reconstrucción de estos monumentos nos permite recordar a estos tres emperadores.
¿Qué tienen en común aparte de que dejaran como tantos otros su huella en Roma?
Tal vez que no fueron bien tratados por los que les sustituyeron.
Majencio fue derrotado en el puente Mulvio por Constantino, parece que con ayuda del Dios cristiano. Claudio fue ridiculizado por Nerón y el, en ese momento, súbdito leal, Séneca. Y Caracalla construyó estas termas para ganarse el favor de un pueblo que le odiaba; fue asesinado unos años después de terminar su construcción.
Debemos recordar que, aunque las termas más impresionantes y mejor conservadas son las de Caracalla, hubo muchas más: las de Tito, Trajano y Domiciano, entre otras. Esta últimas aún conservan su estructura en un edificio actual. La iglesia de Santa Maria degli Angeli está construída aprovechando el frigidarium de esta colosal construcción.
Exterior de la iglesia. Ruinas de las Termas de Diocleciano
Interior de la iglesia degli Angeli
Claudio fue un emperador práctico. No tan tonto como hizo creer a muchos de sus contemporáneos.
Proporcionó agua a sus ciudadanos con el Aqua Claudia.
Puso la base para la conquista posterior del sur de Britania y colocó a sus libertos en puestos importantes; un gran acierto. Mientras estos se enriquecían, gobernaban con eficacia.
El templo lo construyó su "querida" esposa y, finalmente, su asesina, Agripina. Un veneno en uno de sus platos preferidos, las setas, acabó con él. Puede que construir el templo fuera una manera de ocultar su crimen o una ironía maliciosa de la propia Agripina. Séneca con su Apolokintosis, al parodiar la divinización de Claudio comparándolo con una calabaza, deja bien claro lo que pensaban Agripina y su hijo Nerón de nuestro personaje.
Hagámosle un nuevo homenaje colgando el último capítulo de la serie Yo, Claudio.
Empieza con el cuerpo de Claudio y la alegría de Agripina y su hijo Nerón.
Majencio tuvo mala suerte; perdió una batalla y la ganó Constantino. Antes tuvo tiempo de construir una basílica. Su función, como la de todas las basílicas: servir como sede de operaciones comerciales y actividades judiciales. Lo que le hace interesante es su estructura. No es novedosa; ya la encontramos en los baños públicos y las termas. Los romanos ya sabían construir bóvedas de cañón. En la de Majencio, nos dejan un buen ejemplo.
Su forma y su planta fueron copiadas por los cristianos. Las futuras basílicas, llamadas constantinianas, en honor del hombre que le venció. Como siempre en la historia, los perdedores son olvidados; los vencedores la escriben.
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