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jueves, 16 de febrero de 2012

MONUMENTOS DE ROMA (III): ARA PACIS Y MUSEO

En realidad aquí hablaremos de dos construcciones. Una de ellas es la más antigua, el Ara Pacis, un altar dedicado a la Paz. En realidad, es un monumento a mayor gloria de Augusto y su familia.



César Octavio Augusto, Octaviano, heredó de su tío-abuelo, Julio César, no sólo un nombre. También las reformas necesarias para terminar con más de un siglo de enfrentamiento civil entre romanos. Siglo en el que también Roma aprovechó para extender su territorio a lo largo del Mediterráneo.


A la muerte de Augusto, Roma era un imperio. Las libertades habían desaparecido, pero ya nadie las quería. Querían la paz y el orden y este monumento lo simbolizaba. También reflejado en las Res Gestae Divi Augusti (Las gestas del Divino Augusto).



El Ara Pacis es estilo clásico, que busca premeditadamente referencias tanto en Atenas como en el mundo helenístico y Oriente del que los romanos y Augusto querían considerarse herederos espirituales y morales.



Por otro lado está el edificio que lo alberga, construido a finales del siglo pasado por Richard Meier. Un proyecto que no sólo protege y guarda el altar de Augusto, sino que crea un nuevo espacio en el que la iluminación adquiere un papel fundamental.



Lo antiguo y lo moderno en perfecta armonía.

Posdata: Bajo esa atmósfera de paz familiar y colectiva que representa el Ara Pacis, no todo era tan idílico.
El Claudio de Yo, Claudio nos podría contar algunas intimidades de la familia imperial en la que la gran matrona Livia no salía muy bien parada.
Este trozo comienza con una conversación entre Livia, Octavio Augusto y el "pobre" Tiberio. ¡Qué grandes actores de teatro y qué bien definen a sus personajes! Luego aparece Germánico... la gran "esperanza blanca", si no hubiera sido asesinado...



Y Suetonio y Tácito tampoco nos ofrecen una visión tan aduladora del periodo augústeo.
Nadie duda de que Augusto fuera un político inteligente y despiadado que tomó las decisiones adecuadas para un hombre de Estado.
Y como hombre de Estado se apoyó en la propaganda para consolidar su régimen. Sin duda, lo hizo muy bien, aunque, eso sí, nunca pudo controlar a su familia que le dio muchos quebraderos de cabeza y creo que si hubiera sabido cómo gobernarían sus descendientes, probablemente hubiera preferido acabar con todos ellos. Pero ya se sabe, de la familia no te puedes librar, aunque quieras.
Y Augusto ni podía, ni quería. Necesitaba saber que su obra permanecería...
Eso sí lo consiguió, pero no de la manera en que él lo había imaginado.

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