CALENDARIO ROMANO

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viernes, 18 de mayo de 2012

ADAPTACIONES MITOS Y MOTIVOS LITERARIOS 4º ESO (I):



1. EL LOCUS AMOENUS

“Lugar agradable”

Saliendo de las ondas encendido,
rayaba de los montes el altura
el sol, cuando Salicio, recostado
al pie de un alta haya, en la verdura,
por donde un agua clara con sonido
atravesaba el fresco y verde prado...”

Égloga I, Garcilaso de la Vega


Mi abuelo en las noches de mayo, solía reunirse con todos sus nietos para contarnos muchas historias, muy interesantes.
Una de las historias que más me impactó fue la de una vieja leyenda que él decía que era famosa, pero que yo nunca antes la había escuchado. Se trataba de una historia básicamente de mujeres, hacía una reflexión sobre la vanidad y en lo competitivas que llegamos a ser cuando de belleza se trata. La historia transcurría en una boda a la que Eris (diosa de la discordia) no había sido invitada…
Esa y otras muchas más eran las historias que nos contaba mi abuelo. Siempre solía decirnos que no fuéramos perezosos y aprovecháramos muy bien el día a día, que dejar las cosas para mañana era la peor manera de malgastar el tiempo que tenemos; porque cuando menos te lo esperas se termina. Mi abuelo siempre soñó con volver a vivir en el campo; lo tenía un poco idealizado, ya que aquel lugar lo había visto crecer. Cada año nos llevaba allí. Jugábamos, corríamos por todas partes, nos sentíamos en completa libertad. Pasábamos allí el verano en una pequeña cabaña que el abuelo había construido con sus propias manos cuando era joven. A toda la familia nos encantaba ese sitio, ya que muchos de nosotros al igual que el abuelo pasamos nuestra niñez en aquel maravilloso lugar.
Teníamos una vecina anciana… la gente solía decir que aquella mujer era nada más y nada menos que ¡Medusa! Porque si la mirabas a los ojos tenías la sensación de quedarte de piedra…

A todo esto tengo que decir que yo nunca conocí a mi abuelo, y si lo conocí, no lo recuerdo. Todo lo que he escrito, imagino que sería cómo me hubiese gustado a mí que fuera mi abuelo. No pongo en duda que haya sido un gran hombre, porque seguro que lo fue; de eso estoy segura.

Fernanda Cabezas   4º B




2. EL BEATUS ILLE

Dichoso aquel que alejado de los negocios, como la primitiva raza de los mortales, trabaja el campo paterno con sus bueyes, libre de toda usura, y no se despierta como el soldado con la fiera trompeta ni teme al mar embravecido, y evita el foro y las orgullosas puertas de las ciudades demasiado poderosas…” Horacio, Epodos, II

Aquella mañana estaba lloviendo lentamente; recuerdo que la lluvia bajaba sobre mi equipaje, mientras cientos de personas cruzaban la calle de al lado. Esperé que el semáforo se pusiera en verde y tras más de cinco minutos, muy largos, se puso en rojo. Aquella gente cruzaba con prisa y con aire de estrés; Normal, estábamos en New York, “La ciudad que nunca duerme”. Aquel día estaba demasiado cansado. Al llegar al portal, saludé a Charlie, el encargado de mantenimiento. Tenía la misma cara de siempre, una gran barba y grandes patas de gallo y –como no- su mirada perdida. Tenía un cierto aire a Santa Claus, pero en mendigo. Me miró e hizo una mueca con la cabeza indicando un saludo. Avancé a mi portal, busqué mis llaves y abrí aquella cerradura rallada y con ciertas pintadas. No era un piso ideal, pero era lo único decente que encontré para poder dormir; al menos, el salón no era tan pequeño. Tomé mi café de siempre, eran las doce del mediodía. Aquel día estaba demasiado cansado; no sabía si la cafeína era suficiente para despertarme. El ruido, en cambio, lo consiguió. El timbre había sonado (ese timbre asqueroso con ese horrible sonido)… era Mike… le habían despedido. Le miré intentando decirle que yo también estaba fatal y, de repente, sonaron unos truenos fuertemente; la tormenta predicha había llegado. Mike me sonrió y me dijo que de pequeño quería ser astronauta, pero más joven aún pensó en ser ecologista… - Oye, Mike, la vida es así; hay que levantarse cuando se cae uno… La verdad me sentía solo en esta ciudad. Encontrar gente es casi misión imposible. Tengo barriga, soy medio calvo, pero esa noche me hizo recordar a Nicole. Fue una de mis parejas (no es que haya tenido muchas), pero ella fue especial. Se mudó demasiado lejos; se fue a un pequeño pueblo de Canadá. A la mañana siguiente me levanté más tarde, ya que no tenía trabajo. La gotera de mi ducha no estaba aún arreglada; llamé a Charlie, pero no estaba aquella mañana. Decidí llamar a Nicole… la llamé y ese momento en el que sonaba el móvil me pareció eterno. Hablamos más de dos horas… Aquella noche Mike durmió en mi casa.
-Mike, nos vamos a Canada.
El me miró con una cara de desconcierto y saltó por los aires. –¡Dios bendiga a Nicole! –Sí, hacía tiempo que me pidió que me trasladara a Canadá, pero nunca me decidí. Prefiero irme al campo que quedarme aquí pudriéndome con la gran contaminación…

Y así pasó. Nos casamos y vivimos felices en aquel paraíso.
-Papá, tengo sueño ya. ¿La próxima vez por qué no me dices sólo el cuento?
-Vale, vale, hija, adiós.
Le di un beso, mientras sonreía.
-De todos modos, no sabes qué le pasó a Charlie.
La miré.
–Se lo comió el monstruo de las galletas.
Se tapó con la manta, mientras se reía. Mientras cerraba la puerta, se oía aún su risa; era mi niña preferida (sólo teníamos una). Nicole estaba en la cama, leyendo un libro. Era feliz aquí, en este campo precioso y era un pueblo genial. Mike había cumplido con su sueño de ecologista y trabaja en una sede de Greenpeace. Dormí placidamente mientras esperaba a que me despertara el sonido de los pájaros. Fui a recoger el correo y vi una carta especial (no era la factura); era una carta de Mike (lo cual me sorprendió, porque podía haberme mandado un email), pero parecía que llevaba algo dentro; eso me sobresaltó. Me senté, mientras mi hija jugaba con Bruno, nuestro perro. Dentro del sobre había un collar. Era un símbolo de amistad; me hizo mucha gracia y lo colgué en la cómoda. Disfruté del precioso paisaje; había aprovechado el tiempo y era feliz.      Miriam El Abdallaoui   4º B




3. MITO DEL RAPTO DE PERSÉFONE: EL CICLO DE LAS ESTACIONES.

Perséfone es hija de Zeus y Deméter (hija de Cronos y Rea, hermana de Zeus, y diosa de la fertilidad y el trigo). Su tío Hades (hermano de Zeus y dios de los Infiernos), se enamoró de ella y un día la raptó.
La joven se encontraba recogiendo flores en compañía de sus amigas las ninfas y hermanas de padre, Atenea y Artemisa, y en el momento en que va a tomar un lirio, (según otras versiones un narciso), la tierra se abre y por la grieta Hades la toma y se la lleva.
De esta manera, Perséfone se convirtió en la diosa de los Infiernos. Aparentemente, el rapto se realizó con la cómplice ayuda de Zeus, pero en la ausencia de Deméter, por lo que ésta inició unos largos y tristes viajes en busca de su adorada hija, durante los cuales la tierra se volvió estéril.
Al tiempo, Zeus se arrepintió y ordenó a Hades que devolviera a Perséfone, pero esto ya no era posible pues la muchacha había comido un grano de granada, mientras estuvo en el Infierno, no se sabe si por voluntad propia o tentada por Hades. El problema era que un bocado de cualquier producto del Tártaro implicaba quedar encadenado a él para siempre.
Para suavizar la situación, Zeus dispuso que Perséfone pasara parte del año en los confines de la Tierra, junto a Hades, y la otra parte sobre la tierra con su madre, mientras Deméter prometiera cumplir su función germinadora y volviera al Olimpo.
Perséfone es conocida como Proserpina por los latinos.
La leyenda cuenta que el origen de la Primavera radica precisamente en este rapto, pues cuando Perséfone es llevada a los Infiernos, las flores se entristecieron y murieron, pero cuando regresa, las flores renacen por la alegría que les causa el retorno de la joven. Como la presencia de Perséfone en la tierra se vuelve cíclica, así el nacimiento de las flores también lo hace.
Por otra parte, durante el tiempo en que Perséfone se mantiene alejada de su madre, Deméter y confinada en el Tártaro, o mundo subterráneo, como la esposa de Hades, la tierra se vuelve estéril y sobreviene la triste estación del Invierno.

3.A. HISTORIA PRIMERA SOBRE EL MITO DE PERSÉFONE:
LA HISTORIA DE PONCHI

Había una vez una chavala que se llamaba Ponchi; era hija de Chupón y Ponchín. Ponchi olía fatal. Las plantas morían a su paso.
En el metro, a su vez, trabajando estaba Rubius, que con su cuerno de mamut sembraba el caos en todo vagón que conducía. Un día paseando Ponchi con minifalda, paró por encima de las rejas del respiradero del metro y Rubius miró para arriba y se enamoró de Ponchi al instante. Otro día Ponchi paseaba recogiendo anacardos y entonces a lo lejos divisó uno enorme, más grande que una campana boca abajo. Fue corriendo hacia el anacardo cuando por el camino se le posó un pájaro en la cabeza. “¡Ah, un bicho enorme sobre mi cabeza, auxilio!”, a lo que el pájaro respondió: “Cacatúa, soy una cacatúa” y se fue. Ella quedó en estado de shock, porque la cacatúa se hizo popó en su hermoso pelo fucsia y tuvo que dejar lo del anacardo campanero para el día siguiente.
Se levantó por la mañana, pilló su cesta y se fue con ella a por el anacardo. De camino fue por el mismo sitio que el día anterior y vio salir a la cacatúa, pero cuando estaba a punto de posarse de nuevo en su cabeza, sacó de la cesta una Desert Eagle y se la cargó. Tatareando y dando saltitos llegó al anacardo y cuando lo estaba levantando, se abrió un agujero en el suelo y se cayó a las vías del metro. Cuando se iba a incorporar, alguien le dio un cuernazo en la cabeza.
Se despertó entreabriendo los ojos y vio a un chaval moreno, alto y con un gorrocoptero. Ella empezó a gritar y él la calmó y la calló poniéndole de mordaza el cuerno de mamut. Entonces Rubius le explicó que desde que la vio por el respiradero se enamoró de ella perdidamente y no podía dejar de pensar en sus bonitas piernas… era un viciosillo.
Entonces ella quiso huir, pero no podía al estar atada; así que se resignó y aceptó el secuestro.
Rubius llamó a Chupón, el padre de Ponchi. El padre, al principio, lo vio como una mala idea, pero después recapacitó y pensó que si seis de los doce meses que tiene un año, estaba con Rubius en las vías del metro, todos los campos florecerían y todo olería mejor por ahí sin Ponchi paseando en minifalda.
Así que… así fue, medio año lo pasaría en el metro y cuando llegara la época de otoño-invierno saldría a atufar el mundo.

Gabriel Ibáñez Ruiz    4º B


3.B.HISTORIA SEGUNDA SOBRE EL MITO DE PERSÉFONE:
UNA LÁPIDA

Un día decidí investigar un país que ni yo mismo conocía; era un sitio que muy poca gente había visitado. Una cueva se interponía entre ese lugar y yo; en esa cueva sólo podían entrar los puros, personas sin maldad. Muchos fracasaban y tenían que pasar pruebas durísimas. Yo lo conseguí y, al salir de la cueva, pude contemplar un lugar espléndido, estaba lleno de árboles enormes, una naturaleza muy pura y al otro lado se encontraba una enorme cascada; debajo de ella, la única tribu del lugar. Encontré allí una lápida que estaba escrita en un idioma que no conocía. Pregunté al más anciano de la tribu; me dijo, sorprendentemente, que se trataba de un mito extraño, pero yo sí lo conocía: era el mito de Perséfone. Guardé la lápida en mi mochila y volví a casa. Allí la puse como recuerdo de ese lugar tan maravilloso, la coloqué en la vitrina donde guardo muchos tesoros de los sitios en los que he estado…

Maksym Akhramyeyev    4º B


3.C. HISTORIA TERCERA SOBRE EL MITO DE PERSÉFONE:
HISTORIA DE BELLA

Voy a contar la historia de Bella.
Bella era una joven muchacha; ella era linda y simpática. Su madre, Rosalinda, estaba muy orgullosa de su hija. Vivían las dos en una casa a las afueras de la ciudad en una urbanización muy tranquila y agradable, los vecinos eran buena gente y todos se llevaban bien, pero en aquel pueblecito se rumoreaba que cerca vivía en una casa vieja un hombre solo; nunca nadie le había visto, pero decían que vagaba por los caminos de noche y que era espantoso; también se decía que tenía un hijo, pero sólo eran habladurías.
En el pueblo todos querían a Bella. Era muy dulce con todo el mundo; donde ella iba, llevaba alegría. Bella cantaba y tenía una bonita voz. Todos los jóvenes estaban enamorados de ella. A Bella lo que más le gustaba era contemplar ese hermoso paisaje que la rodeaba; todas las mañanas observaba el río, las montañas, los árboles, las flores, el cielo. El paisaje que veía todos los días le fascinaba y por ello se dedicó a pintar y a cantarle a la naturaleza, pero ella en su inocencia ni cuenta se daba que le observaban entre los árboles, que le seguían a todas partes y que alguien estaba obsesionado con ella.
Un día, Bella salió a pasear por el bosque y, cuando se dispuso a volver, porque ya era tarde, alguien la cogió y la raptó. Bella lloraba y tenía miedo. El secuestrador la llevó a su casa, la hizo entrar y le dijo que no tuviera miedo, que no le iba a hacer nada. Se quitó aquella especie de sombrero que ocultaba su rostro.
Bella vio a un  hombre no muy mayor, desgastado y con una mirada triste; ella enmudeció y le dio pena ver a alguien tan solo… le fue gustando estar allí. Mientras tanto, el pueblo se puso triste, en el aire se respiraba un olor amargo a dolor y pérdida, la gente ya no reía, ya no hablaba. A las flores, a los árboles se les notaba la tristeza; a las flores se les cayeron los pétalos y se marchitaron y los árboles se quedaron sin hojas y no volvieron a crecer más. El paisaje extrañaba a Bella; en él se notaba su desolación, todo parecía desierto y sin vida.
Entretanto, en la casa de la colina, estaban Bella y Gustavo, así se llamaba el dueño. En todo ese tiempo Bella había descubierto muchas cosas de la vida, descubrió que la vida no es un camino de rosas y que existen el dolor, el sufrimiento y las penas.
Bella conoció el gran dolor de Gustavo y la razón por la cual él no salía y estaba alejado de todos: la pérdida de su mujer y de un hijo que nunca nació, que nunca conoció y a los que perdió en un incendio de una casa de la que sólo quedaban cenizas, ruinas y malos recuerdos. Era un dolor que nunca había superado, pero con la compañía de Bella y su alegría, estaba logrando olvidar. Y así, sin querer, se fueron enamorando mutuamente, pero ninguno se atrevía a decirlo. Los dos sabían que si querían empezar algo, Bella debía regresar a su casa y explicar todo, contarles a todos que estaba bien y entonces podría regresar para estar con Gustavo. Así lo hizo y un día soleado, volvió a su casa y todos se sorprendieron al verla, pues –ella no se había dado cuenta- ya habían pasado varios años desde su desaparición. Su madre, al verla, lloraba y sonreía de alegría y le pidió que no volviera a irse de su lado, pero ella le abrazó y le respondió que la quería mucho, pero que su destino no estaba allí, sino en otro lugar y que debía volver. Pero prometió a su madre visitarla todos los fines de semana y así lo hizo hasta la muerte de su madre.
Más tarde, Bella tuvo un hijo… significó la alegría de Gustavo; volvía a sonreír y era feliz. Bella logró cambiar el dolor por la felicidad. Hasta en la naturaleza se notaba su presencia. Sin ella todo era un mundo negro, marchito y sin vida, todo estaba muerto.
El poder del cambio, en verdad, se encuentra en nuestro corazón, reina en su interior y de él depende todo lo que desprendamos, ya sea bueno o malo.

Jessenia Torres Villamagna  4º B


3. D. HISTORIA CUARTA SOBRE EL MITO DE PERSEFONE: HISTORIA DE SARA.

Sara es una encantadora señorita de una edad muy joven. Hermosa como las rosas y pura como el agua cristalina. Era la hija de un poderoso magnate llamado Tomás y una señora de alto copete de nombro Socorro. Sara tenía una belleza celestial, una belleza nunca vista. Por lo tanto, atraía a los hombres con mucha facilidad, aunque nunca tomó su cualidad o defecto, por así llamarlo, para beneficio propio. Sara no era  hija única, tenía dos hermanas más, Elena y Bárbara. Ambas muy contrarias a ella en todo lo que se asemeja. Todo lo que rodeaba a esta joven se hacía cada vez más hermoso: naturaleza, fauna… Sara era muy odiada también, aunque no por sus hermanas. La belleza de esta muchacha, sin ella saberlo, la llevaría al peor de los lugares y con el consentimiento de su padre, que más tarde, se daría cuenta.
Un día Sara, Elena y Bárbara estaban en un lago, lago que estaba incluido en su magnífica casa, con llanuras inmensas. El lago estaba apartado de la casa. Las tres muchachas salieron a navegar. Convencida por sus dos hermanas accede, sin pensar que ese “grato paseo” se convertiría en su peor pesadilla. Elena y Bárbara emprendieron su navegación, dejando a ésta en tierra, ya que a la muchacha le encantaba la naturaleza y había salido a buscar hermosas flores para decorar su hogar. Sara tenía un pretendiente muchísimo mayor que ella y era su tío. Jorge, millonario, solitario y muy confiado, pretendía a Sara. Caprichoso, anhelaba tener entre sus brazos a aquella muchacha hermosa, joven y pura.
A Socorro, su madre, no le hacía gracia el hecho de que su cuñado estuviera pretendiendo a su adorada hija menor. Aprovechando que la madre no estaba, y con ayuda de su hermano, éste logra quedarse a solas con la joven. Jorge le declara una vez más su anhelo y deseo de estar con ella, y ésta con decencia se retira. El hombre, ya cansado de que la muchacha le rechace, la coge a la fuerza, le tapa la boca y con la soledad que había en el lugar, la rapta. Se la lleva a un lugar paradisíaco, a un lugar hermoso. Ya en tierra, le pide mil veces disculpas a la joven, y como muestra de arrepentimiento, le ofrece un zumo con las frutas más espléndidas y jugosas que existen servido, claro está, en una copa de oro.
La muchacha bebe de esa copa, sin saber que tenía droga. Cae desmayada y el hombre aprovecha para violarla. Socorro se da cuenta de que su hija no está con sus hermanas, ya que éstas dijeron que la habían perdido de vista cuando tomaron el barco. Desesperada, busca por todo lugar en donde cree que puede estar su hija. Así pasaron las semanas y hecha polvo, cae rota en llanto, sin fuerzas y con el alma hecha pedazos, al pensar que no volvería a ver a su pequeña. Tomás, al ver a su fiel y amada esposa destrozada, se arrepiente de haber ayudado a su despiadado hermano y decide contarle toda la verdad a Socorro. Esta mujer le exige a Tomás que le devuelva a su hija, que es sólo una niña y no debería estar con un hombre tan mayor y sobre todo, que es su tío.
Tomás, al no poder más con su culpa y haciendo caso a su mujer, decide hablar y exigirle a su hermano que le devuelva a su hija. Jorge se niega rotundamente, ya que la joven perdió su más preciado honor con él, y esto quería decir que por ley y por todo lo que había pasado, ella le pertenecía y estaba obligada a ser su mujer. Tomás, hecho una furia, sale en busca de Jorge y Sara, ya que no sabe su paradero. Transcurrido el tiempo y sin fuerzas, el hombre que ha visto que su hermano, su propia sangre, no quería acceder, decide tomar una decisión ante el caso. Decide hablar con ambos, con Socorro y con Jorge para, al menos, llegar a un acuerdo. La madre accede por la pequeña. Tomás les propone a ambos que la joven pase medio año con cada uno; así no habría problema y su querida esposa saldría de su depresión.
Fue la única forma que aquella madre vio para poder estar con su pequeña y, finalmente, accedió.
Así ha pasado el tiempo. Cada medio año, Socorro vuelve a su felicidad y la casa se llena de alegría y risas. Por otro lado, Jorge se queda solo, esperando a que el tiempo pase rápido para volver a estar con su amada.

Diana Isabel Arcos   4º B

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