En mayo se celebró este certamen que consiste en una traducción del latín.
La página oficial es ésta: http://www.certamenciceronianum.it
Un chico madrileño, del I.E.S. Ignacio Ellacuría de Alcalá de Henares, participó este año.
Teniendo en cuenta que los italianos estudian latín durante siete años, los alemanes durante cinco y nosotros sólo dos y... medio, y que además es un instituto público con todo lo que nos está cayendo, es toda una hazaña. Y el viaje valió la pena.
Aquí os pongo el texto que ha escrito el propio alumno, brillante, y la profesora Amparo Gómez que le acompañó, una gran profesional y una excelente persona.
Texto de Amparo Gómez.
"El Departamento de Latín del I.E.S. Ignacio Ellacuría de Alcalá de Henares ha participado en el Certamen Ciceronianum Europeo celebrado en Arpino, patria chica de Cicerón, el más grande orador de todos los tiempos. Como embajador, Juan Carlos Morales Alonso, alumno de Latín y Griego II. La selección resultó tras presentarse a un examen a nivel autonómico, en el que resultó vencedor, y luego a un certamen a nivel nacional, en los que se trataba de traducir y comentar un pasaje de la obra ciceroniana, en este caso extraído del tratado filosófico De Amicitia.
Hemos conocido en Arpino a otros seis participantes españoles que acudían
por distintas delegaciones de la SEEC (Sociedad Española de Estudios Clásicos):
Alicante, Valencia, León, Burgos y Santander, a quienes nos ha unido la
camaradería que se espera en este tipo de eventos, en el que nuestra segunda victoria
dependía ahora tan solo de adquirir mención especial para los españoles. La primera parte de la victoria ya se había
conseguido, pues, evidentemente, el asistir al certamen con dos años de
traducción frente a los cinco años que cursa el resto de países europeos es
tarea heroica por parte de nuestros alumnos.
Filología, historia y arte han sido los tres temas que nos han
amenizado la estancia. El arte en Italia se da por supuesto. Aparte de algunas
ciudades visitadas en el Lacio, nos dedicamos a recorrer durante un día la
ciudad de Roma, visitando monumentos que obviamente no habíamos podido considerar
en nuestro anterior viaje de estudios con alumnos del Instituto. Concretamente disfrutamos
de las Termas de Diocleciano, en cuya sala central estuvimos tratando de
traducir textos epigráficos y reconociendo gran parte de los símbolos
cristianos de los primeros siglos de persecución. Tras el Aula Décima,
completamos la visita con la segunda sede de las Termas, el Palazzo Massimo,
donde pudimos admirar el maravilloso fresco de la casa de Livia, junto a
esculturas helenísticas como el Púgil y el Príncipe Helenístico. Aún tuvimos tiempo de recorrer a pie parte de la
Vía Apia en busca de la catacumba de
Domitila, la única que alberga una
basílica paleocristiana de finales del siglo IV y principios del V.
Desde Arpino tuvimos ocasión de visitar la costa tirrena que los
italianos llaman il Circeo, pues fue aquí donde el astuto Ulises arribó en su
largo naufragio cayendo en manos de la hechicera Circe. El lugar nos permitió
rememorar al maestro, Homero, recordando
sus versos…
Toda una mañana disfrutamos
de la ciudad de Formia, lugar en que nuestro orador, Marco Tulio Cicerón,
encontró la muerte a manos de los sicarios de Marco Antonio, justo en una villa
a la que acudía con frecuencia con su esposa Terencia y su enfermiza hija
Tulia, por disfrutar la zona de un clima termal recomendado para la
recuperación de la enfermedad que padecía esta última. En esta villa reside el
sepulcro de Cicerón, construcción posible gracias a la petición de su amigo Ático
a las autoridades competentes para que se ubicara allí, pues en principio
estaba prohibida la construcción de monumentos fúnebres en fincas privadas. Ya
sabemos que sus manos fueron colgadas en las puertas del Senado y que su cabeza
fue paseada en una pica por el foro republicano, pero algo quedaría…
Terminamos el recorrido con una recepción en la abadía de Monte Casino
por parte del abad de la misma, quien nos acogió –como correspondía al caso-con
un excelente discurso en Latín.
La entrega de premios tuvo lugar el domingo por la mañana, después
de un largo protocolo en el que intervinieron autoridades locales, regionales y
nacionales, y cuya línea fue la defensa del estudio de las Humanidades como
referente de los valores que han forjado Europa.
¡Cuál fue nuestra sorpresa cuando conceden a un alumno español
mención especial! Se trata de nuestro querido compañero Rodrigo Conesa,
discípulo del amado maestro Óscar Ramos, excelente amigo, colega y promotor de
un método revolucionario de la enseñanza del Latín.
Destacamos en las líneas anteriores la riqueza del viaje en
diversos aspectos, pero queremos dar las gracias especialmente a todos los
alumnos y profesores españoles que formaban, con nosotros, parte del cortejo,
dado el clima de fraternidad creado entre nosotros y las perspectivas de
estudio que se nos abren en el contacto con otros compañeros, todos desde y en
defensa de la escuela pública con un trabajo que ha llevado muchas horas de
esfuerzo y dedicación.
Gracias a
todos nuestros alumnos, y especialmente a Juan Carlos.
Texto de Juan Carlos Morales:
"Hace ya
más de un mes que acudimos a Italia mi profesora, Amparo Gómez, y yo para
asistir al Certamen Ciceronianum Arpinas 2012 y, en mi caso, concursar por los
laureados primeros puestos. Ahora, ya tiempo después, es hora de hacer balance
y de valorar nuestra experiencia en el país en el que, en cierto modo, se gestó
la cultura europea. En primer lugar, me veo en la obligación de hacer una
declaración de intenciones: este escrito no solo expresa todo aquello que
vivimos en tierras italianas, sino que
supone también una defensa de nuestros orígenes, de nuestros ancestros,
de aquello a lo que no le damos importancia y, sin embargo, sigue marcando
nuestras vidas, esto es, la cultura clásica y, en especial, la lengua latina.
Por
ello, me gustaría comenzar por lo que significa para mí la lengua y la cultura
latinas (también la helena, pero nos ocupamos ahora de los romanos). En esto no
puedo seguir escribiendo sin agradecerle a mi profesora su trabajo y su
dedicación por la difusión de este rico bagaje cultural, tan despreciado en
nuestros tiempos; sí, despreciado es
la palabra, puesto que su aportación a
nuestra cultura está infravalorada. Una cosa es segura, si queremos responder a
las preguntas de la vida, descubrir el porqué de lo que vemos, acudamos a
nuestros orígenes, conozcamos lo que ha modelado nuestra forma de vida. Conocer
la cultura y la lengua latinas es conocerse a uno mismo, a su entorno, y pasar
de la ignorancia a la seguridad de la cultura y la ciencia (scientia, de scio en latín). Temo colocarme a un nivel demasiado filosófico para
este texto, que pretende ser un poco más distendido y ameno, pero intentaré sobrellevar este riesgo; la
vida, en mi opinión, es un devenir de incertidumbre y extraños acontecimientos (quizás marcados por
el destino impreso en el hilo de la vida que manejan las Parcas, quién sabe)
donde los sentimientos humanos como el miedo o la preocupación afloran en la
ignorancia. Con esto quiero decir que la
cultura, en el sentido amplio de la palabra (cultivo de las persona en sus
mejores cualidades) y no meramente en el campo del saber, salvará a la Humanidad , es decir, nos
ofrecerá la posibilidad de constituirnos como verdaderos seres humanos. Y no
solo esto, que es muy importante, sino que podremos tener la certeza, cuando
nuestras vidas acaben en la mar como decía Jorge Manrique, de que nuestro
esfuerzo por el conocimiento de esta cultura ha creado humanidad y nos ha hecho
grandes, de que nos ha realizado como personas.
Dicho esto, también es de justicia saludar y agradecer a los demás
españoles que acudieron al certamen la sabiduría y espíritu de lucha que me
transmitieron en el transcurso de aquellos magníficos días, aparte de señalar
el buen ambiente que se creó entre maestros (magistri) y alumnos (los que se alimentan, etimológicamente, de los
conocimientos del magister, el que
hace crecer, magis, a las personas).
Un saludo a todos, sois grandes personas y profesionales.
En fin, ciñéndonos a lo que nos atañe, nuestro viaje comenzó el 9
de mayo, cuando partimos en avión hacia Roma, la bella capital de Italia y Urbs para todos los que apreciamos esta
ciudad. He de decir que, al principio, no me imaginé que lo pasaría tan bien ni
que iba a conocer a personas tan humanas y maravillosas, pero la vida te da
muchas sorpresas, quizás sea el destino -como dije antes-, y esta ha sido una
de ellas. Por ello, guardaré estos días siempre dentro de mi corazón.
He disfrutado de tantos momentos y he visto tantas cosas en Italia
que no sé por dónde empezar. Recientemente habíamos realizado ya un viaje a
Italia con el Instituto, viaje en el que conocimos la grandiosidad de la urbe
romana, pero, aún así, esta segunda
visita me sorprendió tanto o más que la anterior.
La visita a las catacumbas fue una gran experiencia, conocer la
forma de vida de aquellos cristianos, observar todo lo que fueron capaces de
hacer… Hermosa fue también la visita al Museo Nacional de Arte Romano en el
Palazzo Massimo, donde pudimos admirar el bello fresco de los jardines de la
villa de Livia, deleitándonos con la belleza de aquellas floridas pinturas y
casi respirar la fragancia de la frondosa vegetación. Quedó tiempo incluso para
contemplar parte de la escultura del museo con obras tan destacadas como la
copia romana del Discóbolo, el Príncipe alejandrino y el Púgil sentado.
Ese mismo día nos encontramos en la estación central de Termini
con el resto de españoles y juntos nos dirigimos en tren hasta Frosinone, la
capital de la provincia homónima. Una vez llegados allí, la organización del
certamen, muy acertada siempre y atenta a nuestras necesidades, nos recogió en
diversos autocares y nos llevó hasta Fiuggi, donde se encontraba nuestro hotel.
Las vistas desde el autobús eran impresionantes, increíble el verdor de las
montañas.
El trato de los organizadores fue realmente amable y digno de
agradecer. Nos trataron verdaderamente bien. Pronto estrechamos lazos los compañeros
españoles (curiosa palabra, puesto que también compartimos el pan en la
mesa), y compartimos un ambiente de auténticos colegas entre todos nosotros. Lo
pasamos francamente bien todos juntos.
Aquella primera noche se sintieron los nervios previos a la prueba. Nuestros maestros nos instaron a
repasar durante las últimas horas, pero,
haciendo caso omiso, nos dedicamos a charlar y a conocernos mejor. Aún así, el
tiempo no fue empleado en vano; aquella noche descubrimos por qué estábamos en
aquel certamen y, siempre con humildad, pudimos disertar sobre diversos temas
referentes a la cultura latina, lo que me aportó diferentes puntos de vista en
cuanto a la oratoria y la vida de Cicerón, temas sobre lo que versaba el
certamen.
La prueba fue un reto personal para nuestros conocimientos y para
nuestra madurez como personas. No obstante, supimos hacerle frente y, aunque
nunca tuvimos muchas expectativas debido a la dificultad de la misma (el resto
de estudiantes había cursado cinco años de Latín en comparación con los tres
escasos de nuestro currículum), lo
hicimos lo mejor que pudimos, y desde luego, no dudo de que diéramos nuestro
mejor registro.
Los días siguientes a la prueba nos sirvieron como relajación
antes de conocer los resultados y, en verdad, hay que agradecer a la
organización italiana las preciosas visitas que hemos llevado a cabo: Formia, ciudad en la que fue asesinado
Cicerón y preciosa localidad marinera; la histórica y bellísima abadía de
Montecassino, donde nos recibió el abad con un discurso en latín; y Arpino,
donde pudimos disfrutar de la noche acompañados de la omnipresencia de Cicerón
y hacer amigos entre los diferentes alumnos de múltiples países, que nos
abrieron la mente y nos aportaron otra visión de la vida. También será
memorable la noche en Fiuggi, de diversión discotequera, relajación y
despreocupación.
Amaneció soleado el último día de nuestro periplo, y no fue para
menos, por la sorpresa que más tarde recibiríamos. Nos dirigimos a Arpino. La
localidad estaba engalanada y preparada para la ceremonia de premios y, desde
luego, se volcaron en ello, como lo han hecho durante las pasadas ediciones. A
pesar de las altas temperaturas y la larga espera, la ceremonia fue preciosa y
pudimos escuchar diversos discursos en defensa de la cultura latina y la
importancia de esta en la educación y la vida de las personas, pronunciados por
distintas autoridades civiles.
Cuando más apretaba el calor, nuestros oídos no pudieron dar
crédito a lo que escuchaban, un alumno del grupo de españoles fue nombrado
Mención Honorífica. El resto de
compañeros estallamos en júbilo, atrayendo la atención de todos los presentes
(¡cómo se nota que somos españoles!). Ya nada importaba, era prácticamente un
hito en la historia del certamen. No conozco exactamente el palmarés, pero,
desde luego, era la segunda o tercera vez que un español conseguía una mención
honorífica en más de treinta años, lo cual era causa evidente de alegría. Nos
sentimos tan contentos como el mismo alumno premiado, Rodrigo Conesa Campos, al
que saludo desde aquí y también a su profesor Óscar Ramos.
Llegados a Roma, la despedida fue emotiva y dura al mismo tiempo;
nos costó separarnos. Aunque fueron pocos días, habíamos forjado una amistad seguramente eterna.
Por todo lo anterior, me gustaría agradecer también con estas
palabras a la SEEC
y, especialmente a la
Delegación de Madrid, por habernos permitido a mi profesora y
a mí haber vivido esta fantástica experiencia y haber hecho posible que esto
pase a ser un capítulo más en nuestras vidas, y no uno cualquiera, sino uno
marcado a fuego en nuestra memoria. ¡Es increíble lo mucho que te pueden
cambiar la vida unos cuantos días! Pero es que no fueron unos simples “cuantos
días”, sino que fue un viaje a lo más profundo de nosotros mismos, una
renovación, una crisis como dicen los griegos, vamos, un cambio. Y, por
supuesto, nuevas amistades, nuevas personas maravillosas y, ante todo, la
cultura latina como guía de nuestra forma de ser y de vivir.
Saludos
cordiales,
Juan
Carlos Morales Alonso
I.E.S.
Ignacio Ellacuría de Alcalá de Henares"
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