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miércoles, 25 de enero de 2012

EL TEATRO ANTIGUO Y EL CINE: (y IV) COMEDIA LATINA


La comedia latina -para qué vamos a engañarnos- es Plauto. Terencio apostó por un tipo de comedia más elegante y humana consiguiendo el desprecio de su público -en dos ocasiones nadie asistió al estreno de una de sus obras, porque preferían a gladiadores o carreras de carros- y, en parte, también del nuestro. Y de los mimos y pantomimas quedan rescoldos en la Commedia dell´Arte italiana, o algo más, como luego veremos.

Empecemos por Plauto.
Tenemos una versión alemana, una comedia musical del año 1935 del Anfitrión de Reinhold Schünzel. Con Hitler en el poder sorprende que aún los alemanes tuvieran sentido del humor. Es un misterio para mí. Tuvo que exiliarse al comienzo de la guerra y como actor lo encontraremos en la maravillosa Encadenados de Hitchcock o en Berlín Express de Jacques Tourner en el papel de dos nazis.
Debo reconocer que me gustaría ver esta película alemana en alguna filmoteca.
Otro misterio para mí es una película escrita por ¡¡¡Coto Matamoros!!! Se llama Plauto y está situada en un circo. Cine casposo y cutre. No tengo ningún interés en verla.

Por supuesto, la versión más fiel a Plauto es Golfus de Roma. Dirigida por un director poco reconocido, Richard Lester -director de los musicales de los Beatles y de la maravillosa Robin y Marian -qué gran final, no puedo evitar ponerlo aquí-. Robin (Sean Connery) está herido y cree que va a sobrevivir y sueña lo que va a hacer en el futuro. Marian (Audrey Hepburn) sabe que sólo les espera la cárcel o la muerte y decide envenenarle a él y envenenarse a sí misma. Cuando lo descubre Robin le pregunta: ¿Por qué? Y Marian nos ofrece la declaración de amor más bonita que yo haya escuchado nunca...


Siempre acabo llorando... bueno, como decía, pues Richard Lester dirigió también este homenaje a Plauto y a Broadway. El punto de partida es Plauto, aunque no deja de ser una versión del musical americano. Mezcla varias comedias de Plauto. Podemos reconocer el Miles Gloriosus, el Pseudulus, Menaechmi entre otras... como los argumentos eran parecidos, no desentona para nada...


En algún momento flojea, pero en conjunto es una buena versión; tiene momentos geniales -la canción de amor a la prostituta por parte del chico,


Con su versión paródica,


el enredo y el lío que le montan al pobre -en un merecido homenaje- Buster Keaton,


el sudor de la yegua, la entrada del soldado fanfarrón...



La interpretación del esclavo, Zero Mostel, es magnífica. En fin, Plauto en estado puro.
Gracias, Richard Lester.
Un buen estudio de esta comedia-musical la encontramos en este enlace.

Para terminar, recomiendo un ensayo sobre las similitudes entre la obra de Plauto y la del "dios" Billy Wilder.
Se llama En bandeja de Plauto de Francisco J Tovar Paz. Es un juego muy divertido que te permite conocer a dos grandes cómicos. También nos muestra que al final los cómicos utilizan y han utilizado siempre los mismos recursos.
Ahí tenemos un ejemplo en la comedia dell Arte.


Los personajes de las comedias de Plauto se nos aparecen de nuevo. Los arquetípos siempre son los mismos. ¿Por qué? Nos reímos de lo mismo, porque somos los mismos. No hemos cambiado. Y es bueno reírse de uno mismo. Como diría Plauto, perdón, Billy Wilder... "nobody is perfect".



1 comentario:

  1. J. E. dice: "Subscribo totalmente lo de Robin y Marian. Lo que dices de los personajes-tipo me recuerda lo que cierta vez dijo el temible Lasso (espero que ese hombre esté en el Elíseo de los humanistas y filólogos clásicos en compañia de Aldo Manuzio y… Willamowitz-Moellendorf, reconozco que era un hueso duro de roer, pero vamos a echar de menos gente como él, que se tomaba la Filología en particular y la Ciencia en general como una exigente suerte de fe), que a todo esto se había leído también casi toda la literatura del siglo XX, por lo general en sus respectivas lenguas originales. Decía, pues, que la literatura y el cine modernos han tenido cada vez más a prescindir de ellos y a querer hacer de cada personaje una especie de estudio psicológico de una individualidad única e irrepetible, y el resultado es que luego no funcionan. Con los argumentos suele ocurrir lo mismo. Dicho de otra manera, una especie de cóctel mortal entre una aspiración a la originalidad absoluta derivaba del Romanticismo (hay que inventarse un argumento abslutamente nuevo e inédito) y un psicologismo mal digerido (¡cuánto daño le ha hecho Freud a la literatura!). Y citaba a Plauto: no hay un sólo argumento que no le "plagie" a Menandro o Alexis, y no hay un sólo personaje que no corresponda a algún estereotipo de la Comedia (el Niñato, la Niña tonta, la Puta enamoradiza, el Padre tacaño, el Siervo pícaro...), y sin embargo sus personajes están vivos, son de carne y hueso y hasta respiran. Lo mismo con Shakespeare, y con Cervantes e incluso muchos de los grandes novelistas del XIX. El inglés, pongamos, leyó un truculento relato de venganzas medievales en la crónica danesa de Saxo Gramático, leyó el retrato del Melancólico en una traducción inglesa de los Caracteres de Teofrasto y se inventó a Hamlet príncipe de Dinamarca. Hoy habrían montado un escándalo y le habrían denunciado por plagio. Por cierto, el prodigioso final de Robin&Marian, ¿no lo hemos visto antes en la historia de Píramo y Tisbe o en Romeo y y Julieta (por cierto, tragedia con argumento plagiado de un libro italiano de "novelle")? Y es lo mismo, pero no es lo mismo..."

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